martes, 27 de enero de 2015

Parte de guerra... optimista.

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Resistimos.

Le fallan las fuerzas pero aún aguantamos los embates de doña huesuda.


Se queda sin resuello, seguramente perderá, pero al menos recodaremos la brega, la lucha, el tesón y las ganas de no irse de este miserable mundo.

La ciencia le mantiene con vida, un cóctel de fármacos - que no detallo por pura discreción - y una máquina que le ayuda a respirar hacen que aún pueda sonreir cuando le gastan una broma... pero nadie puede vivir eternamente conectado a una máquina, ni siquiera un tipo tan simpático como él.

Sin embargo, hasta el rabo todo es toro y quienes cuidan de él son los mejores en lo suyo. Les conozco.

Prietas las filas, impasible el ademán.

Mientras, y si me permiten el egoismo de hablar de lo mío, me veo invadido por una ola de optimismo. 

Sé lo que hay y, si me apuran, el más que probable resultado, pero no es la recuperación lo que me lo genera, sino el hecho de estar convencido que toda postura que no sea ese optimismo no beneficia a ninguna de las partes.

Si tiene que morir, morirá y le recordaremos con algarabía, y si lo que toca es quedarse en este valle de lágrimas nos alegraremos infinito y le seguiremos concinando sus platos favoritos cada fin de semana. 

Pero sea lo que sea lo vamos a vivir con una jodida sonrisa porque, ¿saben?, nunca en mi vida he tenido tantas ganas de sonreir.

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