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Cuando les escribo estas líneas, mi padre Francisco, Paco, se parte la cara con "la parca" en un hospital madrileño.
Esa guerra la tenemos todos perdida de antemano, es el cuándo y el cómo de la derrota lo que marca la diferencia.
No es una pelea nueva, ni es una pelea justa, ni siquiera es una pelea limpia, pero la puta de la guadaña es como es y marca los tiempos de los asaltos.
Éste lleva librándose desde el pasado 30 de diciembre y aunque ha habido que poner la rodilla en la lona un par de veces para recuperar la compostura despues de dos ostias directas al mentón, aquí nadie está dispuesto a tirar la toalla. Saldremos del rin con los brazos en alto o habiendo quemadso hasta la última nave.
Si hay que perder se pierde, pero en mi casa la piel se vende cara.
Con Ana, mi madre, "la huesuda" nos pilló por sorpresa con una escaramuza que nos dejó descolocados, nos sacudió de lleno sin ni siquiera estar preparados para ello.
En este caso te va a costar más llevarse a uno de los nuestros. Zorra. Prietas las filas, impasible el ademán.
Dicho esto, y aún con retraso, les deseo a ustedes un año nuevo lleno de esperanza y resitencia, alegrías y sosiego, descanso y ejercicio.
Sean ustedesd felices, ¡joder!, que tampoco les cuesta tanto si ponen un poco de su parte.