jueves, 26 de enero de 2012

Yo no creo en el jurado

   
Supongo que será porque las películas de jurados no me atraían demasiado cuando era pequeño. Ni las de jurados ni las de abogados. Ni las películas ni las series. Ni de pequeño ni de mayor. No. Ni siquiera Ally Mcbeal y su cohorte de macizas letradas, sabrosas clientas y dicharacheros picapleitos.

Me parecen un coñazo en la inmensa mayoría de los casos.

Las pelis y series, no las macizas letradas, claro.

Pero sí, un coñazo.

Y de repente, la realidad supera una vez más a la ficción. Una vez más.

En España hay quien tiene obsesión por el jurado popular y se imagina - supongo - que la sabiduría popular tutelada por un juez será más justa que la de un juez tutelado por un oficio y el código penal. Y claro, ahora no saben qué decir.

A mí, sin embargo, que tengo un poco menos de fe en mi semejantes, lo de descargar en ignorantes en leyes cuestiones de técnicos se me antoja mala idea. No veo que 9 tipos como yo vayan a impartir ni más ni mejor justicia que un juez de carrera, salvo que éste prevarique.

Pero como decía, uno se lee los titulares de algunos periódicos de hoy y la noticia de la absolución de los valencianos pica que escuece y se justifica con aquello de "ajustado", "casi", "algo hay", etcétera. Como si el resultado de un juicio fuera como el de un partido y con eso se apaciguara a la afición y el "presi" nos renovara el contrato.

Los periodistas, como los políticos y los abogados, son capaces de decir a un tiempo una cosa y su contraria (estar a favor de la sentencia pero en contra del jurado o a favor del jurado pero en contra de la sentencia) sin despeinarse.

En ambos casos, qué poderoso fijador de pelos es el ego desmedido.

Y ahora me pregunto si unos y otros, ganadores y perdedores, se irán tomar casi en secreto una copa al club de Ally Mcbeal a oir tocar el piano a la pesadísima Vonda Shepard.

No me extrañaría nada.

jueves, 19 de enero de 2012

No hay cojones

 
Como ya he dicho muchas veces, yo soy de esas personas que está notando cómo la edad le cambia el carácter. Con el paso del tiempo me vuelvo desconfiado, taimado dirían quizás algunos.

Queda una parte de mi corazoncito que quiere creer, pero el resto de mi cuerpo la acalla de inmediato.

Leo ayer en el periódico que Cristobal Montoro ha pedido responsabilidad penal para aquellos políticos que incumplan el techo de déficit o, en general, mangoneen con la pasta que no es suya.

¡Y me gustaría tanto creerlo!

Pero no.

Como he dicho, la sombra negra que acompaña a mi consciencia y que es resabiada, cabezota y pesimista me dice que nones, que no hay cojones a poner eso negro sobre blanco que lo leamos todos y sea de obligado cumplimiento.

Que todo son brindis al sol para aparecer en los diarios y congraciarse con la opinión pública (jodida plebe que o está en paro o cagándose en la leche que le han dado al IRPF) y presentarse como una persona con cierto sentido común.

Políticos con sentido común y de comunidad... rara avis.

Ya les anticipo que la medida quedará en agua de borrajas y que serán, siempre en secreto y sin luz ni taquígrafos, los propios del PP los que le dirán aquellos de "Cristobalito, estate calladito". Aunque no serán los únicos, claro, el resto de fuerzas políticas (excepto UPyD que aún no mandan en ningún lado) ya están dando muestras de tener tanto entusiasmo por la medida como por hacerse una colonoscopia.

De hecho ya han salido los otros, los del PSOE, diciendo que eso es una tontería, que ya se encargan los muy avisados ciudadanos de no votar al individuo que no lleva las cuentas como Dios manda.

¿Y desde cuándo cojones los ciudadanos sabemos si las cuentas se cumplen o no?, ¿Sabían los valencianos el impacto en las arcas del dispendio de su comunidad?, ¿sabían acaso los castellano-manchegos el cipotal que dejaba el amigo de los niños?

Hace falta ser demagogo y gilipollas para soltar semejante disparate. Pretender poner la auditoría de públicas cuentas en el haber de la ciudadanía es como pretender que ellos se operen a sí mismos de próstata o útero.

Hace ya casi tres años previne de esto y de otras cosas, y como casi siempre me he equivocado entre muy poco y absolutamente nada.

Me indigna que una caterva de mercachifles, lameculos y tuercebotas pretendan saber más que yo y encima restregármelo por la cara manejando mi dinero a su antojo y conveniencia.

Sigo queriendo que, al menos, lo manejen con criterio o se pudran en la puñetera cárcel.

P.D.

Tengo un muy buen amigo que es político y se enfada mucho cuando lee este tipo de entradas, pero más se enfada su mujer porque cree, como yo, en la honradez de su marido. Por eso no "asciende" en el "aparato" del partido. Sea como fuere (lo siento chicos) si no les gusta que se jodan, aquí se justifica aquello de "pagan justos por pecadores"

jueves, 12 de enero de 2012

Amén

 
Poco que añadir salvo que comparto cada punto y cada coma.

Entrada de de Juan T. Delgado (Jefe de Economía y Mercados de "El Mundo") en su blog "¡No doy Crédito!"

Como ven incluso a los sabios en la materia se les están empezando a inflar las gónadas de tanta gilipollez.

Y eso que todavía no nos ha llegado la nómina del mes de enero. Me da en la nariz que el mes de febrero va a ser muy, pero que muy calentito. Presumo que sacaré tiempo para vomitar un par de entradas... o tres, y también que no seré el único en hacerlo.

sábado, 7 de enero de 2012

Feliz 2012

 
Lectores y lectoras, señoras y caballeros, chupatintas, correveidiles, putones y zalameros. Queridos todos.

En el año en el que los mayas pronosticaron un cambio de ciclo (no soy un experto pero no creo recordar que dijeran nada del fin del mundo) quiero desearles, en contra de la tendencia reinante, sean ustedes enormemente felices y gocen de salud para que esa felicidad sea de las buenas, de las que levantan envidias.

Recuerden que nadie envidia a los enfermos terminales por muy felices que sean.

Nos (plural mayestático) trataremos de recuperar el resuello y entretenerles de tanto en tanto.

Y hablaremos mucho de economía este año, me temo.

Mucho.