jueves, 25 de agosto de 2011

La guerra en el móvil

Veo hoy en El Mundo una imagen de dos "rebeldes" libios sacándose fotos con el móvil desde la ex-residencia de una de las hijas de Gadafi.

Lo primero que sorprende es el mal gusto de la fugitiva, que me hace recordar al famoso "oropel vacuo" de Les Lutiers. Esa tiparraca no solo debería ser apresada y juzgada, sino privada de libertad de por vida, que nunca volviera a ver el sol. Semejante horterada de la sirenita dorada es delito de lesa humanidad.

Lo segundo, es apreciar la cada vez más recurrente presencia de móviles en las fotos de reporteros de guerra. Y no los suyos, sino los de los soldados a los que fotografían en un sinfín de situaciones y que están haciendo uso del móvil para tomar ellos mismos una instantánea o un vídeo de los hechos.

Siempre se dice que Vietnam fue la primera guerra televisada. Es cierto, y sentó en muchos casos las bases de la nueva relación entre la Prensa y el Ejército. De hecho la rudeza de la guerra (no creo que mucho más que cualquier otra) impresionó tanto a la opinión pública occidental que desencadenó un sentimiento de repulsa muy bien utilizado por el bando contrario.

Estados Unidos no perdió, quizás, la guerra por eso, pero acusó extraordinariamente el hecho de que la clase media americana diera la espalda al conflicto o se posicionara directamente en contra.

Pero nuestros amigos los Yankees son listos, y después de las sucesivas cagadas de la "guerra sucia" a las "huestes comunistas" en América Central, terminaron aprendiendo la lección y tratando de encontrar una nueva forma de alianza con el "cuarto poder".

Prueba de ello fue la primera "guerra del golfo", el despliegue que tan famosa hizo a la CNN y la figura del "empotrado".

Esta nueva relación proporcionaba beneficios a todos los implicados. Para la prensa permitía estar más cerca de la noticia, vivirla en tiempo real, ser casi parte de ella, tener la exclusiva. Para los militares permitía de un lado "controlar", hasta cierto punto claro, lo que se iba a publicar y por otro, mucho más interesante, influir en la opinión de los periodistas antes incluso de que escribieran nada, hacerles vivir su propia versión de los hechos, involucrarlos en sus planes.

Ninguna de las dos cosas funciona la perfección (al menos en los países en los que se pone en practica, que no es el caso del nuestro), pero la entente se mantuvo aún por casi otras dos décadas.

Entonces llegó la nueva revolución, internet, y ha hecho que todo cambie una vez más. Ya no es imprescindible la siempre dudosa opinión del periodista y aún menos la oficial versión de los gobiernos, ahora son los propios protagonistas, los de verdad, los que reflejan la realidad de un conflicto, con su miseria, su sufrimiento y sus momentos de chiste.

La mejor forma de seguir una guerra es seguir el blog de los que están participando en ella (una vez más olvídense de España), o ver los testimonios que, aquí y allá, de ellos se pueden encontrar (incluso de los rebeldes libios) en internet. No conocerán ustedes "La Verdad", pero sí al menos "una verdad" autorizada.

Algunos gilipollas sin escrúpulos y menos profesionales que un aprendiz de botones (con disculpas para este honorable gremio) intentan capitalizar esos testimonios, esos momentos de intimidad inconexos entre ellos, para urdir tramas de mierda que claman al cielo, pero sus días están contados.

Por supuesto el Ejército trata de ejercer la labor de control (que no censura) a la que tiene derecho, pero sinceramente, al campo no se le pueden poner puertas y tarde o temprano también aquí tendremos a nuestros bloggers de móvil en ristre y espíritu comunicativo.

Y si me permiten no me refiero solo a una inocente (en todos los sentidos de la palabra) soldado llamando a su amiga Desi para que se la vea en el vídeo que graba desde su móvil, sino a gente de más fuste opinando de lo que se puede opinar, que son muchas cosas sin faltar ni al reglamento, ni a la confidencialidad ni, por supuesto, al honor.

Porque así es como tiene que ser, y porque así, probablemente, nos quitemos de en medio a mucho arribista tocapelotas que se ha creído que la guerra es como hacer puenting o bucear entre tiburones. Eso cuando no se consideran por encima del resto y se tienen que "bajar de periodistas para meterse en ciudadanos"

Lo que les digo, de aquí a nada tendremos la guerra en el móvil y no será una cadea de televisión quien nos mande las imágenes, y si no... al tiempo

martes, 23 de agosto de 2011

De vuelta

"Nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas" Elbert Hubbard

Verano raro donde los haya habido. Al menos para mí.

Pero sí, me he puesto las botas a comer con resultado bastante satisfactorio, al menos la primera semana, y la báscula sigue marcando más o menos los 70 kg de antes de empezar el periplo veraniego.

Mes de agosto pródigo en noticias, de las que probablemente nunca hablaré, pero por supuesto a mí la que me parece más relevante es la de haber podido descubrir acción de agua líquida en Marte.

Del resto prefiero no hablar que me enveneno y no tengo yo ahora el cuerpo para soponcios.

Online.

martes, 2 de agosto de 2011

Vacaciones de mala leche

"Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda." Jean de la Fontaine

Comienzo hoy mis vacaciones.

No por mucho tiempo me temo, pero pienso compensar la falta de días con masivas ingestas de crustáceos, rojas carnes y suculentos pescados (especialmente los de la familia de los lófidos que me chiflan). Todo ello regado con cerveza fresquita, buenos vinos y algún que otro combinado que tonifique espíritu, relaje cuerpo y me ponga de buen humor.

Porque, oigan ustedes, no estoy de buen humor. No en absoluto.

Hace un rato hemos superado los 400 puntos básicos de diferencial con respecto a Alemania... y no está justificado.

Pero algunos gilipollas están tocando las narices y nadie sale a la palestra a decir con toda la firmeza del mundo lo que debiera, entre otras cosas que nosotros no somos ni Grecia ni, por cierto, Italia.

Pero da igual, parece que se ha puesto de moda darnos cera ante la pasividad de D. Tancredo.

Y yo me voy de vacaciones, sí, pero antes me cago en todo lo que se menea, porque esto o lo paran o nos va a costar el disgusto padre y unos cuantos Euros por barba.

Pásenlo ustedes bien y disfruten todo cuanto puedan, no vaya a ser que sean las últimas vacaciones que podamos disfrutar en muuuucho tiempo.

Maldita sea mi estampa.