martes, 16 de marzo de 2010

Muere He Pingping y los españoles nos ponemos cachondos



España es así. Habrá a quien no le guste todo, a mí sin ir más lejos, pero es inútil nadar contracorriente o cerrar los ojos a la realidad.

Estamos hechos de una pasta especial, "Spain is different", sol y toros, La Faraona, carrusel deportivo con minuto y resultado, el mus, Rafaela Carrá enseñando cacha, Induráin, Nadal o Alonso ganando, el gazpacho y el bacalao al pil-pil, "qué apostamos", Arias Navarro y su "Franco ha muerto", el domund, la lucha de las televisiones privadas, el aperitivo o el bermú, "Rosa de España" y "Europe is living a celebration", Belén Esteban y "Ambiciones", ¡Gibraltar español!, "¿Cuándo vamos a hablar de mi libro?", Tejero, La Legión, el 11-M, Calvo Sotelo, González, Aznar y Zapatero, Perejil, Nacho Vidal, la "guerra del fletán", Escrivá de Balaguer, Felix Rodriguez de la Fuente, Julio Iglesias y Botín, los mileuristas, el "Prestige", Roldán y, si me apuran, el "espíritu de Ermua".

Lo mejor y lo peor, todo bien mezcladito para que nadie pueda ponernos una sola etiqueta.

Y viene esta reflexión al cabo de un desafortunado hecho acaecido ayer que casi parece haber pasado inadvertido a la inclasificable opinión pública española. Ha muerto He Pingping, el hombre más pequeño del mundo y record Guinness de "enanez". Como soy un pobre españolito de a pie (cuando no voy en oruga, monoplaza o caza) la noticia me la trae al pairo.

"Para ser un hombre tan pequeño, ha tenido un impacto enorme sobre el mundo", dice el editor del libro Guinness, pero a mi, ¿qué quieren que les diga?, me parece una gilipollez mayúscula. Este hombre no hizo nada excepto ser un bicho raro de feria exhibido a la antigua usanza con nuevos medios. Eso gusta, y mucho, a los British, pero a nosotros nos deja fríos.

No es eso lo que nos conmueve, no. A nosotros, a los de la piel de toro y aledaños, lo que nos va son las cosas del sexo. Pongan ustedes una teta, un culo, un glande, o la mera posibilidad de relatar algo sobre ellos o enseñar un ejemplar, y ya tenemos el éxito asegurado. ¿Para qué?, se preguntará el lector, pues prácticamente para lo que sea... vean si no cada día la lista de artículos o noticias más leídas en elmundo.es. Esclarecedor. O eso o, como dije otro día, comprueben las audiencias de programas especiales de "investigación" sobre la prostitución o la pornografía. Y si hay cámara "oculta" ya es el acabose, ¡exitazo de audiencia garantizado!.

Y es que los españoles somos un pueblo de cachondos impenitentes. O aquí se practica poco el coito, o tenemos verdadera afición por el asunto y todas sus implicaciones.

Hace años todo se justificaba con la consabida censura y los cuarenta años de bla, bla, bla. Franco murió hace casi 35 añitos...

No es que me parezca a mí mal o bien, allá cada uno con su vida y con sus gustos, pero me da en la nariz que el que gusta reiteradamente de ese tipo de noticias se pierde las que verdaderamente debería leer. Por más que me pese es difícil encontrar a gente que sepa definir la inflación, la balanza de pagos, un oxímoron, para qué sirve el hígado, quién fue Leonardo, qué países están en Afganistán, hace cuánto que existe Italia como estado, quién inventó el teléfono o, simplemente, en qué año perdimos Cuba.


Insisto en que, en pleno siglo XXI, aún hay gente que cree que el hombre nunca llegó a la luna y que todo fue una gran conspiración; o que un gilipollas cura el cáncer rezándole a la Virgen y preparando un ungüento a base de galletas María y unas hierbas secretas que sólo él conoce (amén de sacándole el dinero a los pobres incautos que le siguen)


Somos así, ¡qué se le va a hacer!, como dice el refrán, "donde esté una buena corrida... ¡que se quiten los toros!"