viernes, 27 de marzo de 2015

So far, so good... or not that good

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Pudiera parecer que el silencio de las últimas semanas se deba a algún tipo de duelo. No es el caso. En mi casa somos "muy así" para lo de la muerte y es que en lugar de deprimirnos, lamentarnos o autocompadecernos, celebramos la vida del que ya no está. 

Recordamos y sonreimos, incluso reímos, por la suerte de haber conocido al difunto en cuestión.

Es así de simple.

Una actitud ante lo inevitable desde luego nada convencional en esta España plañidera y farisea donde lo que más gusta es lamentar la pérdida de los que, en muchos casos, ya teníamos perdidos en vida. Y a ser posible con mucha fanfarria y con mucho alboroto. Muy mediterráneo.

Claro que los casos a los que habitualmente me enfrento tienen que ver con la enfermedad o con los riesgos fruto de mi oficio.

No es el caso de las 149 familias que ahora tienen que tragarse el sapo de intentar comprender cómo y por qué un hijo de la grandísima puta ha decidido quitarse la vida llevándose la de sus seres queridos por delante.

Eso, si me lo permiten, es más chungo.

En lo mío sabemos que la cosa implica sus riesgos, en el caso de esta pobre gente su riesgo no fue otro que cruzarse con un jodido tarado que debería haberse quedado en su casa viendo porno o escuchando a Marilyn Manson antes de cortarse las venas o el gaznate. O incluso haber acabado con su miserable vida de una manera creativa habiendo hecho todo lo anterior al mismo tiempo.

Seguro que en algún portal de vídeos lo habría publicado, documento muy apropiado para los tiempos que corren.

En fin, siento mucho lo de todas estas pobres personas y sus familiares y amigos.

Con lo bonito que es volar...