martes, 16 de diciembre de 2014

En la encrucijada

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Se lo reconozco, me cuesta centrarme.

Entre la perenne convulsión que parece sacudir la "Piel de Toro" y la colección de gilipolleces que se cuelan en las portadas de los medios de comunicación sin más interés ni propósito que el de soliviantar al personal, la vida en España es un estremecerse.

Se va uno a cumplir con su obligación y cuando vuelve se encuentra motines en cárceles por "viagra", niñatos megalómanos, corruptelas públicas que se vuelven publicitadas, iluminados redentores, desconcierto general y mucha estupidez.

Todo es un cabreo, o un lamento, o un quebranto. No hay paz, ni orden, ni concierto.

Así que me perdonarán si entre eso y que me paso el día a 15.000 pies de altura no escribo no ya algo legible, sino nada en absoluto. Echémosle la culpa a la hipoxia puntual o cronificada.

Tengo dos ideas en la cabeza, pero claro, son ideas graciosas que no encajan con los tiempos que corren. 

También es cierto que con el paso del tiempo me he vuelto un espíritu inquieto, así que quizás las termine escupiendo a ver si así se me quita el sabor a hiel de ver a mi querida España hecha una "putacasadeporteraspuestúmás" (con perdón del gremio de conserjes).

O tal vez me arranque con algún corto relato de violencia y sexo, un tanto chorlitiano.

Ya veremos.