jueves, 24 de junio de 2010

Una de anuncios



Siempre lo digo y es cierto, veo poco la tele. Y cuando lo hago es difícil sacarme de programas de cocina o documentales. Me aburre mortalmente la publicidad, supongo que como a todo el mundo, por eso, entre la indiferencia que me producen la inmensa mayoría de ellos, aprecio especialmente los buenos anuncios y me ponen de bastante mala leche los objetivamente pésimos.

Dado que el constipado que soporto desde hace días no me deja hacer nada que no sea ir a trabajar y estar delante de un libro, los fogones, el ordenador o, las menos de las veces, la televisión, he tenido bastante tiempo para repasar algunos de esos buenos anuncios que he visto en los últimos años, pequeñas obras maestras que cuentan una historia en un minuto...

He aquí, un top 5 de anuncios.

5. Por eso no tomo myolastan, aunque me duela...





4. Seguro que el creativo que se inventó el anuncio tiene sobrinos





3. Tan jovencito y ya domina las enseñanzas de Maquiavelo




2. Juraría que es una versión de uno más antiguo, en cualquier caso me reconocerán ustedes que es tierno





1. Real como la vida misma, aunque sea del Atleti...





¿Hay alguno de ustedes al que le importaría ver una hora al día de estos?, sospecho que no.

Como verán, ninguno tiene un gran despliegue técnico, ni tienen aspecto de ser anuncios caros, son sólo buenos anuncios.

Donde esté la creatividad...

sábado, 12 de junio de 2010

La princesita del pueblo

No encuentro a nadie, ni a un solo ser humano, que la defienda, ni uno.

Todo el mundo la parodia porque, de simple, resulta casi tierna. Es irascible, llorona, impaciente, maleducada, insegura y ordinaria.

Pero el "pueblo" la quiere porque es sencilla, humilde, es la que te pide la vez para comprar acelgas, viene del "pueblo". El "pueblo". Al que inventó o usó por primera vez el término "pueblo" como descripción de una masa amorfa sin voluntad ni criterio habría que cortarle las pelotas o colgarle por los pulgares. Por hortera y sinvergüenza. Cuantas barbaridades se han cometido y se cometerán con la excusa del "pueblo". "Es lo que el pueblo quiere", "es por el bien del pueblo", "Perenganito, amigo, el pueblo está contigo", "Zutanito está en contra del pueblo"

La princesa del "pueblo".

Tal es su pretendido nivel de influencia, que por desgracia no pongo en duda, que algún partido político (ignoro cuál y prefiero seguir así para no tener tentaciones de atacar su sede social con cócteles molotov) ha hecho encuestas para testar la posibilidad de incluirla en sus listas.

Belén Esteban y lista electoral, Belén Esteban y un partido político, Belén Esteban y un mitin, Belén esteban y un programa de gobierno, Belén Esteban y cargo público... ¿estamos superando en órdenes de magnitud el nivel máximo recomendable de agilipollamiento colectivo o sólo me lo parece a mi?

Pero es que ella es buena persona, una chica con "arrestos" que "trabaja", como ella misma dice, para sacar adelante a su familia, nuestra querida "¡Andreíta, cómete el pollo!" incluida y por delante. Es una "madre coraje", una mujer del "pueblo".

La madre que parió al "pueblo" y a todas sus entretelas.

Pues bien.

La princesa del "pueblo", la sufrida trabajadora que madruga lo indecible, la dicharachera portadora de nariz de fin de año gana, por decir dos gilipolleces, poner morritos y, sobre todo, ser ella misma 5 horas al día... 1,2 millones de Euros al año.

Pueden leer aquí la
noticia.

Ahí tienes "pueblo", ¿no querías caldo?, ¡pues toma taza y media!

Y luego traten de convencer a los "futuros" ciudadanos de 16 años que en esta vida se medra con esfuerzo, con dedicación, con creatividad y con sentido común. Que también se pueden comprar zapatos en Gucci sin necesidad de ponerse en bolas, ser futbolista, ladrón o hijoputa.

Y te toman por el pito del sereno.

martes, 1 de junio de 2010

Días en off



Hay días en que uno no está para nadie, días en que le gustaría desaparecer de la circulación, ser un anónimo perpetuo, pasar inadvertido.

No son días de tristezas, ni días de cabreo, no lo son tampoco de preocupación o estrés. Son simplemente esos días en que uno tiene que echar cuentas consigo mismo y no pensar en nada, fundirse con el paisaje, ver su vida desde fuera, analizar, corregir, acusarse y perdonarse, relajarse y aprender.

Son días de curvas, de carreteras perdidas, sin apenas tráfico, estrechas y recónditas. Carreteras con pendientes, con curvas abiertas y cerradas, pero con muchas curvas. Carreteras de montaña o de llano, interminables en cualquier caso. Ese día no se corre, para eso están los circuitos, no se busca el vértice, no se monta uno en el piano ni se sube el coche de vueltas, sólo se conduce, se disfruta.

Suena U2 de fondo, especialmente la primera época, y se canta, a todo pulmón si es necesario, o se calla, o se ríe o, porqué no, se llora. En cualquier caso sólo se siente. A solas.

Durante esas horas no importa el trabajo, la familia, los amigos, nada. Nada que no sea conducir suave, disfrutar de las vistas, del campo o la montaña, del mar o de los prados. Ese día no se mira, ese día se consigue ver.

El depósito está lleno, y sólo se para si el paisaje, si la vista tras esa curva ofrece un imposible de formas y colores. Durante las tres o cuatro horas de la travesía no se fuma, no se bebe, no se come, sólo se respira, se recarga el pulmón, el corazón, la batería… se vive.

Creo que va llegando el momento de uno de esos días.