Sigo insistiendo, no es éste un blog para la crítica social, ni el púlpito de la verdad, ni el azote de los impíos, no lo es y no lo será. Sin embargo, de vez en cuando, a mi absoluto capricho y conveniencia, habrá alguna reflexión socio-política-cultural en la que manifieste, de manera paciente y sosegada, lo hasta los huevos que estoy de algunas circunstancias.
Yo no sé qué pasa ultimamente, pero poner la televisión, oir la radio o leer un periódico (tanto en su versión digital como en papel) y agarrarse un cabreo de padre y muy señor mío es todo uno.
Políticos corruptos, funcionarios que no funcionan, niñatos mentirosos y asesinos, jueces partidistas y partidarios, servidores de la ley que se sirven de la ley para servirse a sí mismos, periodistas untados, gobernantes que se ponen de perfil, ejecutivos de tres al cuarto con bonos millonarios, oportunistas de la desgracia ajena, navajeros de despacho y sede social, chulos de nuevo cuño pagando con billetes de 500 y en general, y a excepción de la página de deportes, todo una mierda pinchada en un palo.
A toda esta caterva de energúmenos, de malvados, los llamo yo los desmemoriados. Y les llamo así porque, suponiendo que alguna vez lo supieran, se les ha olvidado lo que es la vergüenza.
¿Que de qué estoy hablando?
Morgan Freeman en su papel del Juez Leonard White en "La hoguera de las vanidades" lo dice mucho mejor que yo:
"¿Racista?, ¿se atreven a llamarme racista?, les voy a decir una cosa, ¿qué importa el color de la piel de un hombre si los testigos son perjuros, si el abogado se encuentra entre los perjuros, si el fiscal del distrito es capaz de dejar a un hombre a merced de la turba con tal de ganar crédito político y hombres formados, hombres de Dios se aprovechan de ello?. ¿Es eso justicia?, Déjenme que les diga lo que es la justicia. La justicia es la ley, y la ley es el débil esfuerzo del hombre por tratar de asentar los principios de la decencia. ¡Decencia!, ¡y la decencia no es un acuerdo, no es un punto de vista o un contrato o un chanchullo!. La decencia es lo que sus abuelas les enseñaron. Está en sus huesos. Ahora váyanse a casa. Váyanse a casa y sean gente decente. Sean decentes."
Pues eso, a ver si alguno, aunque sea sólo uno, ve la escena, se lo piensa y piensa que los que nos ganamos el pan honradamente defendiendo a nuestro país, salvando vidas humanas en mesas de quirófano, divirtiendo a la gente pilotando un monoplaza una décima más rápido que nuestros adversarios o haciendo piruetas en la pista central, los que ponemos todo nuestro esfuerzo en ampliar el conocimiento humano, los que estamos orgullosos de trabajar en una empresa y no nos lucrarnos miserablemente con su hundimiento, en definitiva, los que tenemos vergüenza, no nos merecemos lo que nos hacen. Y poco o nada tiene que ver con facciones políticas.
Por cierto, la traducción es mía, así que si alguien tiene una versión mejor que hable ahora o calle para siempre.
¡Que grande Morgan Freeman!.
Primeras imágenes del observatorio Vera C. Rubin
Hace 4 días