sábado, 3 de julio de 2010

¡Que no, coño, que no bailo!



Una vez más han hecho lo que más detesto en este mundo, me han tomado por gilipollas.

El verano predispone a salir, a disfrutar, eso es evidente. Yo, aunque en los últimos años he refrenado mis actividades nocturnas de manera considerable, sigo teniendo cierta predisposición, especialmente en verano, a tomarme mis cervecitas acompañadas de buenas, y no demasiado sanas, viandas.

Algunas veces, y de nuevo especialmente en verano, a este festival de tapeo le sigue una o varias copas, ya se sabe que el alcohol tiene propiedades salutíferas en el proceso digestivo.

Asimismo, por seguir con los antecedentes que hagan comprender lo que a continuación relato, los fabricantes de bebidas alcohólicas aprovechan el verano, y el susodicho aumento de demanda, para lanzar y promocionar nuevos mejunjes y brebajes que, en la mayor parte de las ocasiones, suelen fracasar estrepitosamente.

En un fútil intento por evitar ese marcado destino, los “alquilistos” (ingeniosísimo y originalísimo apelativo que acabo de inventar para definir a los fabricantes de bebidas “nocturnas”) invierten inmensas cantidades de pasta y ponen en marcha las más rocambolescas promociones para convencerte de que te aficiones por su nuevo potingue.

Al tajo.

Tras unas excelentes tapas, me llevan, un tanto a regañadientes he de reconocer, a un famoso local de moda. Al entrar ya advierto, por la profusión de carteles, banderitas, gorritas, regalitos y mariconaditas varias que hay en marcha la promoción de una nueva bebida alcohólica basada en el tequila. Mal asunto porque a mi las bebidas espirituosas me gustan las de toda la vida, ni tengo edad, ni ganas, para nuevos experimentos alcohólicos.

Nos advierte una amable señorita que la promoción no ha comenzado, pero que luego habrá “muchas sorpresas” para que “nos enamoremos” de la nueva poción, a lo que respondemos con una mirada que expresa tanta emoción como la que sentimos el día que nació el heredero de la corona noruega.

Nos aproximamos a la barra enfrascados en una discusión que poco tiene que ver con ambientes festivos y pedimos a la camarera que nos pongan un “churuflús”. La camarera nos vuelve a advertir que “está a punto de empezar una gran sorpresa que nos va a enamorar” y nos recomienda que nos esperemos porque a lo mejor decidimos cambiar de comanda y “engancharnos” con la nueva bebida.

Sin perder el temple ni la paciencia, le digo que si nos ha visto cara de tener ganas de esperar o, en su defecto, engancharnos a algo que no sean nuestras tradicionales copas, a lo que responde que no, que la verdad es que no, pero que seguro que luego cambiamos de opinión.

Andábamos especulando en la cantidad que deberían abonarnos para que se obrara el milagro de nuestro cambio de criterio cuando la “gran sorpresa” entra por la puerta.

Cinco impresionantes modelos de grandes y generosos pechos y más bien escasa ropa acompañadas de tres modelos masculinos de más enormes, si cabe, bíceps portando camisetas de lycra tan ceñidas que parecen tatuajes. Es decir, ellas con las “bartolas” y el “bull de Estambul” prácticamente al aire y ellos con todo tan ceñido que un simple grano supone un montículo apreciable a simple vista.

Esa parece ser “La gran sorpresa”.

Su misión consiste, por lo que se ve, en “animar” el consumo de su potingue bailando un ratito con el personal que lo pida.


Bailando con el personal.

No sé si lo he comentado alguna vez, pero no me gusta bailar. No es que se me de mal, es que no me gusta. No es que sea un pato mareado o carezca del sentido del ritmo, en absoluto, es simplemente que no me gusta. Insisto en este punto porque, de verdad, no me gusta. Que quede claro.

“La tropa calienta bragas/braguetas” comienza su despliegue táctico por el local. Nosotros observamos la maniobra y elegimos un punto desde el que no podamos ser flanqueados o cogidos por la retaguardia. La esquina sur de la barra parece ser un buen punto de observación que nos permita mantenernos al tanto de sus movimientos al tiempo que nos facilita la “contención de hostiles” si fuera necesario.

Hay gente que pierde la cabeza por hacerse una foto o charlar cinco minutos con una tía buena. Sin desagradarme la idea, a mi no me quita el sueño. Me parecería fantástica si uno fuera el artífice y protagonista del encuentro, no si la interlocutora cobra por decirte dos gilipolleces y posar mientras le pones la mano en la cadera. Los pilotos, que tenemos el culo pelao de estar en circuitos y trabajar con azafatas, sabemos de lo que hablamos.

El primer intento del enemigo se produce a los seis minutos de la apertura de hostilidades. Una rubia de aspecto húngaro y piernas de medio kilómetro quiere bailar conmigo, “enamorarme” para que me pida uno de sus combinados.

Nones, date una vuelta por ahí guapa, aquí pinchas en hueso. No insiste demasiado porque, en definitiva, ella no cobra por bailongueo. Primera contención satisfactoria. Vuelta a las labores de observación.

La gente babea por el jodío meneillo con los “guapos” y me temo que son aún peores las féminas que los machos. Gritan, se contonean, buscan el contacto con los “cachas”, se divierten, se gustan. En fin, parecen pasarlo pipa. Allá cada uno con sus gustos y aficiones.

Cuando creemos que la situación está bajo control, una de las “enamoradoras” con enormes pechos y cuerpo espectacular hace una segunda intentona con un movimiento rápido por el sitio que menos esperábamos. Es mejicana, el acento la delata. Es bajita, pero, sinceramente, tiene un cuerpo de quitar el hipo. Es graciosa, pero no simpática. Tiene, en definitiva, el aspecto de una actriz porno de primera categoría.

Insiste en lo de bailar, la respuesta sigue siendo la misma, insiste en el tema, misma respuesta. Hay algo que me irrita, no me mira a los ojos cuando me habla. Se lo tiene demasiado creído. No es mi problema, ella sabrá, pero parece que por momentos el tema deja de ser una cuestión promocional para convertirse en una cuestión de amor propio. Un tío no quiere bailar con ella, algo falla en su esquema mental. “Dale güey, un bailecito”, nones, “un ratito no más”, que no, “¿eres gay?, quieres que venga uno de mis amigos a bailar contigo?”, lo estás arreglando princesa, “pues bailemos, tu mujer no se enfadaría, es algo inocente”, no estoy casado y no tengo pareja, solo que no quiero bailar.

Se hace la indignada, gira bruscamente sobre sí misma y desaparece de mi campo de visión en menos que lo cuento. Esta segunda oleada ha sido dura. La mejicana es pelín insistente. ¿He comentado ya que es un bellezón?, pero leches, cuando es que no, es que no.

Inicio total de hostilidades, aparece uno de los cachas marcado con acento brasileño y me pregunta por qué no quiero bailar con su amiga que, además, “es súper caliente” afirma. Me da igual, no quiero bailar, no quiero beber la puta bebida y no quiero que me toquen los cojones, y le sugiero que matice su lenguaje porque parece que habla de una prostituta en lugar de una “animadora”. El colega se pira, estoy por dar el incidente por cerrado. Ingenuo.

En cinco minutos aparece una chica más mayor que no va desvestida como el resto, esto es, es atractiva y lleva ropa con los mismos colores pero normal, holgadita. Se identifica como jefa de la promoción y me pregunta si me han molestado los “enamoradores”. Le digo que no, que no se preocupe y cuando parece que han quedado las cosas como Dios manda se descuelga con la pregunta, ¿y entonces por qué no quieres bailar?

Me quedo mirándola a los ojos durante 5 segundos antes de contestar. Sopeso si la respuesta va a ser draconiana, sutil o bestia.


Le digo que como español me asiste el derecho a no hacerlo. Se ríe y me dice que no sea aguafiestas, que me libere, que se me ve un poco tenso. Le contesto que no, que lo que pasa es que no me sale de los cojones que se crean que me voy a poner a aplaudir como un oso de circo solo porque una tía buena me proponga “un bailecito”, que, además, me parece una promoción muy divertida para el que le guste ese tipo de cosas, pero no para mi, y que aunque las tías están de romper y los tíos son todos uno adonis me parece una horterada que dice muy poco de quien la ha diseñado. Además, le digo que yo el tequila me lo tomo como me enseñaron mis compadres mejicanos, solo, sin sal ni limón ni, por supuesto, mezclado con vaya usted a saber qué mierda de azúcar.

Me dice que soy pelín borde y le digo que, efectivamente, así es, pero que algo tendré cuando llevan 20 minutos dándome el coñazo y amargándome la noche cuando el local está lleno de gente. Se disculpa y dice que dará orden de que no me vuelvan a molestar. Se lo agradezco y le confirmo que espero que así sea.

La camarera me dice que tengo los “huevos de plomo”, expresión que he de reconocer que me hizo gracia, y que por ella me pondría otro churuflús de parte de la casa, pero que no puede por ser el día de la promoción del invento en cuestión. Le digo que me lo ponga igual que mis copas me las pago yo.

Nadie volvió a molestarme, aunque las “desvestidas” decidieron castigarme intensificando el erotismo de los bailes que hacían cerca de nosotros mientras nos miraban a los ojos fijamente. Por desgracia en algunas ocasiones belleza e inteligencia no van de la mano, que desperdicio de cerebros.

Cuando finalmente dan por terminado su “performance”, al parecer tienen que ir a más locales esa noche, la mejicana hace un bonito gesto en nuestra dirección con su dedo corazón apuntando al techo mientras que el resto permanecen en posición de recogimiento en su puño.

Lo que quieres reina, pero yo no bailo.

11 comentarios:

cachalote dijo...

Caramba, cuanta insistencia absurda, ni en un prostíbulo te insisten tanto. ¡Qué cosas le pasan, Mr Rocket!, seguro que sus acompañantes se descojonaban de la risa viendo la evolucióm de los acontecimientos.

¿Y no repartieron llaveros o camisetas promocionales? Vaya cutrepromoción.

Lo del gesto dactilar no tiene desperdicio, y aclara bastante bien el tipo de persona que es esa niñata.

saludos

El soldadito de plomo dijo...

Mwajajaja... ¡Muy bien, Rocket! Yo siempre digo que los tipos duros no bailan.

Fue un detalle muy caballeroso por su parte corregir al tiparraco que hablaba de su compañera como si fuera una zorra; pero es que la chica lo era, admitámoslo. Zorra y además ordinaria.

Y ahora, por eso de mantener las tradiciones, viene mi corrección:

[Nosotros observamos la maniobra y elegimos un punto desde el que no podamos ser franqueados o cogidos por la retaguardia.]

Por el contexto parece claro que usted quiso decir "flanqueados" en lugar de "franqueados".

Resacosos saludos dominicales.

Rocket dijo...

Estimado cachalote,

Por supuesto que había todo tipo de elementos promocionales, de hecho eso fue lo que nos dio la pista nada más entrar para saber que había cutrepromoción en marcha. En cualquier caso el "plato fuerte" (nunca mejor dicho en el caso de los tíos bailongos) era la "pandi moja bragas/braguetas"

En condiciones normales la escena hubiera sido celebrada con algarabía y cachondeo por mi compañero de aquella noche, pero me estaba contando su última experiencia profesional de la que acaba de volver y no estaba ni contento ni de buen humor.

La mejicana era un auténtico bellezón, de verdad, pero un cerebro de bebe atrapado en un cuerpo de mujer.

Una auténtica zorripuerqui que diría uno que yo me sé.

Por cierto, el sábado pasé por Gavá de camino a una playa del Garraf donde tenía una fiesta. Pero esa es otra historia...

Estimado Leónidas,

Deje usted de firmar como el soldadito, que se le ha visto el plumero. Esa forma de citar a la Zorra es marca inconfundible de Mr. Kowalski.

Repaso cada entrada no menos de tres veces después de publicarla y se me había pasado por completo el error. Ni cuenta me había dado. Lo divertido es que alguien puede imaginar que la mejicana lo que quería era ponernos un sello y mandarnos a ultramar.

Y haga usted el favor de salir del alcohol, queda poco y somos muchos.

Saludos,
Rocket

Anónimo dijo...

Pobre chiquilla!, sólo estaba haciendo su trabajo...
Estoy segura de que no debe ser de su agrado estar restregándose con tanto baboso que acude a esas fiestas.
¿Por eso hay que calificarla de ZORRA?.
Miles de comerciales de todo el mundo se dedican a esos menesteres. Insistir hasta el aburrimiento para llegar a la única finalidad que les interesa. Vender. ¿Donde está la diferencia?.

Soldadito, desprende usted cierto tufillo a frustrado machismo.
Hágaselo mirar, querido, que parece que se lo está contagiando a mi querido Rocket.

Saludos, Blanche D.

Rocket dijo...

Estimad¿a? Blanche,

Presupongo que no estaba usted en el local ya que no es usted la persona que me acompañaba y no había nadie más conocido.

De ello se puede inferir que hace usted jucios de valor sobre la señorita en cuestión sin tener información ni aproximada para poder hacerlo.

Sobre si es de su agrado o no bailar no es usted quien para opinar, seamos sinceros, pero le puedo garantizar que yo no lo haría ni lo hubiera hecho nunca.

Algo me dice que esa "pobre chiquilla" se podría ganar la vida de otras formas "más honorables" si consideramos "no honorable" hacer lo que hace, que es ir medio en bolas, enseñando el cuerpo del que se siente tan orgullosa y aguantando a pesados. Si asume una cosa, asume también que alguien la pueda tildar de zorra o, incluso mejor, de zorrón.

La diferencia, amén de que la mayoría no dan la brasa y hacen fenomenalmente bien su trabajo, es que los comerciales no van enseñando sus partes pudendas para convencerte...

Y a Rocket le faltan tres mesecitos de nada para cumplir 40, ¿cree de verdad que alguien me puede contagiar de algo?

Me he pateado tantos padock en esta vida y he conocido a tantas azafatas, modelos, promotoras, etc, que a mi no me dan gato por liebre. En honor a todas las tías como Dios manda que se dedicaban a eso, con un cuerpo espectacular, la cabeza en su sitio y, además, son unas auténticas señoritas, tratemos de no meterlas a todas en el mismo saco.

Saludos,
Rocket

P.D.

Y no trate de sacar polémica de donde no puede haberla.

Rocket dijo...

Perdón,

He puesto "todas las tías como Dios manda que se dedicaban a eso" cuando quería decir que se dedicaban y se dedican a eso.

Es mi primo alemán, que ya viene a visitarme de vez en cuando... se llama Alzheimer, es muy simpático, y me río mucho con él, pero el caso es que nunca recuerdo de qué.

Saludos,
Rocket

Anónimo dijo...

Entonces me abstengo de seguir explicando mi opinión. Aunque no es mi intención, ni mucho menos, crear polémica. Sólo digo lo que pienso.
Por favor, no caigamos en la censura.

Pero no me puedo quedar con esto dentro. Esos comentarios despectivos hacia esa persona, me parecen un insulto a la libertad de la mujer.

P.D.: se conserva usted muy bien para tener 40 añazos.

Saludos, Blanche D.

Rocket dijo...

Blanche,

No hay tal censura, de haberla su comentario hubiera quedado eliminado y no ha sido así, ¿verdad?

Diga usted lo que le plazca siempre y cuando respete las normas de participación que aperecen en la primera entrada de este blog.

Y respete usted la opinión de los demás, si soldadito opina que esa tía es un zorrón tiene el mismo derecho que usted a hacerlo.

Creo que soy una persona respetuosa, no creo ir insultando por esos mundos de Dios a la gente, pero en este caso me inclino más por la opinión de soldadito que por la suya. De hecho, algo me dice que...

Saludos,
Rocket

P.D.

Y si me lo permite, para mi edad me conservo de p.m. Claro que aún tengo 39, no sé lo qué ocurrirá el día que tenga 40.

Siempre he sospechado que me conoce usted en persona, aunque aún no sé quién es usted... pero si es cierto que me conoce ya sabrá que tarde o temprano lo averiguaré. Y sin tener que recurrir a ayudas electrónicas, que eso sería lo fácil.

cachalote dijo...

Vaya, mi pueblecito se está convirtiendo en una urbe cosmopolita. Primero Leónidas, ahora Rocket...

Yo dejé de ir por esa zona por los jodidos controles. Si no le hicieron soplar en el regreso, puede considerarse afortunado.

Pues nada, la próxima vez anímese y entre en la población. No tenemos gran cosa, pero hay unas minas neolíticas que se pueden visitar. El recorrido más difícil es también el más divertido. Le dejan un mono, casco con linterna, botas, y a arrastrarse (literalmente) por galerías milenarias, sin iluminación. Eso sí, con guía.

Saludos

Rocket dijo...

Estimado Cachalote,

En mi oficio queda muy feo que a uno le hagan soplar y dé positivo, por lo que opté por una hora y media de botellines de agua antes de arrancar el motor, y eso que eran las 12 de la noche.

En cuanto a los carbureros... ya tuve que pasar hace años, por razones que no vienen al caso, mi periodo de formación en ese campo y he de decir que no me seduce demasiado. Aún así desconocía que hubiera actividad "espeleo" en la zona.

Si es que al final, donde menos te lo esperas salta la liebre.

Saludos,
Rocket

P.D.

Su urbe es cosmopolita al 100%, glamourosa no lo sé, pero cosmopolita...

Hummer Morgan dijo...

Las cosas de los bares, y del nocturneo promocional, amigo Rocket...