En un país en el que ni un puto político ha pedido perdón por nada en los últimos 30 años. En el que los políticos de medio pelo, es decir todos, dictan sentencia y sientan cátedra en temas sobre los que no tienen ni la más remota idea.
Un país donde el trincherismo y el revanchismo político ocupan portadas y noticiarios, donde lo de la "leal oposición" (esté quien esté) suena a chiste maquiavélico y donde la culpa de todos los males la tiene siempre el otro.
Pues en ese país que es, le pese a quien le pese, una Monarquía parlamentaria, el Rey ha hecho lo que ningún politicucho hace ni hará... pedir perdón.
Aquí lo de "qué buen vasallo si tuviera buen señor" que siempre se ha dicho de nosotros no aplica, aquí lo que ahorma mismo aplica es "qué buen Señor si tuviera buenos vasallos" refiriéndose a la inmensa mayoría de los que ocupan el Congreso de los Diputados.
Ni a la altura del pie le llegan.
¡Así se hace Majestad!
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