viernes, 28 de mayo de 2010

Cosas que no pueden faltar en urgencias

Advertencia para los lectores de "¿Usted por quién me toma?":

Si se ve usted, o incluso usteda, en la necesidad u obligación de ejercer de acompañante de pacientes de urgencias, es decir, de los que se pasan horas y horas en una sala de espera sin que nada ni nadie les de información sobre el estado de salud de la persona a la que acompañan, déjenme que les informe del equipamiento imprescindible y reglamentario para llevar el trance con garantías de éxito.

El móvil con batería a tope: recibirá usted un aluvión de llamadas interesándose por el paciente, su afección, evolución y diagnóstico de personas a las que, probablemente, ni siquiera seguía creyendo con vida. Lo de las horas es igual, las tres de la mañana es un buen momento para llamar a preguntar gilipolleces y contar que a una tía abuela suya le pasó lo mismo y fue gravísimo... en el mejor de los casos.

Monedas: Imprescindibles para pagar al "gorrilla" que le busque un sitio para aparcar y evitar así que el mismo individuo le destroce la pintura de su coche si no "abona" usted la "voluntad" o ésta no es de su "agrado". Además cualquier cosa que pueda usted necesitar en la sala de espera, excepto los inodoros (y hay ideas al respecto) cuestan "parnés", incluida el agua. Si no quiere usted morir de sed o inanición lleve al menos 4€ en monedas. Los precios no son precisamente populares.

Un libro: salvo que le gusten a usted las conversaciones como la que mantuve en su momento con Doña Maruja "La rulos". Como aquello fue una excepción, es mejor aislarse del entorno "hostil" enterrando la cabeza entre las páginas de un buen libro, uno regular o, incluso, uno malo. Cualquier cosa con tal de no aguantar penas o tristezas ajenas. De eso, cada uno con las suyas. Además un libro, incluida la guía de teléfonos, siempre ameniza y ayuda a calmar los nervios para no emprenderla a golpes con el celador de turno que ve demasiado "House" y se cree uno de los protagonistas de la serie.

Tabaco: imprescindible evitar la ansiedad del síndorme de abstinencia. Ya se encarga el personal de guardia de hacer al sufrido "esperante" la espera suficientemente desesperada como para encima quedarse sin tabaco. Además así se ejercitan los músculos de las piernas. Observe el lector que el señor o señora que diseña el mobiliario de una sala de espera está directamente relacionado por vía materna con Himmler, Jack el Destripador, Torquemada y sobre todo, con su puñetera madre.

Aguantizol y pacientoformo: en cantidades industriales.

De no portar este equipamiento básico, el acompañador, acompañante y, en cualquier caso, esperador, se pasará la nochecita en vela que se ha tragado el que suscribe, es decir, cagándose hasta en los angelitos negros de nuestro querido Machín.

Y eso que soy médico y a mi me tratan bien, que si no...

7 comentarios:

cachalote dijo...

Apreciado Sr. Rocket, uno que ya es un veterano en esas lides, cosas de tener los padres ya mayores, ha sustituido la lectura por ese magnífico invento que es el reproductor mp3. Eso permite obviar el nada ergonómico mobiliario y da la libertad de pasear pasillo arriba pasillo abajo, con la mente ocupada. En cuanto al contenido a escuchar, pues es cuestión de cada uno, pero yo después de probar varias alternativas, me decidí por programas de radio de esos largos y que tienen un contenido variado. Si no conoce el programa La Rosa de los Vientos, se lo recomiendo para estos casos, y bueno, en general.

Como necesidad obliga, también he optado, por tener preparado un bolso (¿mariconera?) con el quit indispensable de monedas, pañuelos de papel, tabaco y encendedor.

Charlar de vez en cuando con los de seguridad no está del todo mal, con el resto de gente que pulula por allí, casi mejor evitarlo.

Saludos

Cachalote

Rocket dijo...

Estimado Cachalote,

¡Repámpanos!, ¡es usted un profesional!, la mariconera es el elemento perfecto para una guardia inversa, es decir, del otro lado del mostrador. ¡Y pañuelos de papel!, ¡cómo no se me había ocurrido!

Lo del mp3... depende del nivel de volumen y calidad de la megafonía de la sala de espera en cuestión. En la mayoría de los casos yo recomiendo un sólo pinganillo para tener siempre un oído alerta. Si se le pasa a usted el turno de información le toca esperar otras dos horitas hasta que alguien de señales o pruebas de vida de su "acompañado"

La Rosa de los Vientos es un clásico, magnífica elección. He de reconocer que yo hace mucho que no la oigo, o estoy dormido o no puedo estar con una radio.

En lo que no le doy la razón, en absoluto, es en el pitillito con los seguratas... por norma general no puedo con ellos. Aunque supongo que esa es una tara personal.

Saludos,
Rocket

Hummer Morgan dijo...

Estimado Rocket, aquí me encuentro devolviéndole la visita.

Éste año no me ha sido necesario, pero el año pasado, mi mejor amiga y, a la sazón, compañera de piso, tuvo varios cólicos de riñón y otras diversas afecciones que me tuvieron como un zarandillo de hospital en hospital.
Yo suelo llevar siempre un bolso grande, bien surtido.
Por aquel entonces me dediqué a adquirir una ingente cantidad de libros de bolsillo, y siempre llevaba uno, por si las moscas.
Por suerte, no fumo.
Mi mayor problema era quedarme dormida en la sala de espera, y eso sí que no lo podía evitar, por muy incómodas que fueran las sillas. Que lo eran.

Un saludo

El soldadito de plomo dijo...

"¿Alubión?"

¡Mis ojos, mis ojos! ¡Me voy a urgencias!

Rocket dijo...

Estimado soldadito,

¡Madre del amor hermoso!... no tengo excusa ninguna, soy un "vurro". Además suelo leer mis entradas no menos de tres veces después de publicarlas...

Y aún no he cumplido los 40...

Rectificado, aunque dejo su comentario a modo de mortificación.

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

Bah, a todos nos ocurre de vez en cuando.

Supongo que lo sabe, pero por si acaso le comento que en el editor de entradas hay un botón para usar el corrector ortográfico. No soy nada amigo de usar los correctores automáticos porque son tan imperfectos que a veces pueden jugarnos malas pasadas; con todo y con eso resultan útiles para evitar pequeños desatinos y señalar erratas que al autor le pasan desaparcibidas así lea mil veces el texto.

Anónimo dijo...

Que más se puede añadir si usted se lo dice todo...

Bueno si, espero que el paciente se encuentre mejor.