jueves, 18 de noviembre de 2010
En la oscuridad
Abrió la puerta y se sintió un extraño en su propia casa. Había sido un día para olvidar, tan para olvidar como cualquier otro de los últimos meses, de los últimos años.
Prefirió no encender la luz y moverse furtivo, como una sombra, por la casa. Soltó, en el preciso sitio que le correspondía, su ajada bolsa de viaje y permaneció un momento inmóvil.
Recorrió después silenciosamente la distancia que separaba su habitación del salón y movió un sillón hasta colocarlo justo delante de la puerta de la terraza.
La tenue luz de las farolas del jardín quedaba matizada por las cortinas, haciendo que la estancia quedara envuelta en una luz en parte cálida y en parte fantasmagórica, dándole al conjunto un toque de limbo, de irrealidad, que le gustaba.
Un hombre solo en mitad de la nada, de vuelta de ningún sitio y camino a ninguna parte, un extraño, un náufrago de su propia vida.
Siempre en penumbra se dirigió a la consola donde tenía la cristalería de bar y cogió una gran copa de coñac. Sonrió al recordar que solía bromear, cuando tenía humor para hacerlo, sobre lo curiosas que le resultaban aquel tipo de copas. “Grandes- solía decir- con el culo muy gordo y la boca muy estrecha, como algunas que yo me sé” y sus invitados solían celebrar la ocurrencia con carcajadas.
Esa noche, esa vida, ya no tenía ganas de bromear.
Se sirvió coñac en la copa. No podía ver la columna de líquido cayendo de la botella, pero su tintineo al estrellarse contra el fondo de su nuevo recipiente le confirmó que no había errado. No se sorprendió por ello
Mientras dejaba reposar el coñac cruzó el salón y encendió el nuevo equipo de música. Supuso que una ópera era una buena melodía ambiente para el momento, y eligió “Turandot”. Después recogió de la caja de seguridad el paquete que hacía años que no abría y lo llevó consigo y con la copa hasta el sillón.
Se sentó como le habían enseñado, como un caballero debía hacerlo, el culo hasta el fondo del asiento, la espalda apoyada pero derecha y las piernas descansadas pero formando un perfecto ángulo recto, con el total de la planta de pie haciendo contacto con el suelo.
Aspiró el acre aroma del coñac, bebió un sorbo y se dejó arrastrar por su sabor un momento, cerrando los ojos y oyendo los primeros acordes de la música. Acto seguido se desentendió de ella y abrió la caja con cuidado.
Extrajo la herramienta y los trapos para limpiarla y comenzó a manipularla, a oscuras, como había hecho muchas veces, desmontándola con meticulosidad y precisión y acariciando sus partes con la bayeta. Le gustaba hacerlo, le traía recuerdos. No todos buenos, es cierto, pero al menos le hacía recordar una época en la que todo alrededor era más claro, más concreto.
Su vieja Glock, su antigua compañera de fatigas, su inseparable colega. Siempre dispuesta y siempre precisa.
Mientras la limpiaba meditaba sobre su vida, sobre cómo todo se había ido yendo al demonio poco a poco, sin que él hubiera sido capaz de reparar en ello hasta que ya era tarde, demasiado tarde.
Recordó que prácticamente todo le aburría, que conocía casi todas las respuestas antes de que alguien formulara las preguntas, que todo se había convertido en previsible, vulgarmente anticipable. Le aturdía el caos en el que casi todo el mundo a quien conocía se había metido, cómo la mentira, la ocultación de información, el engaño eran tan aceptados que apenas si suponían un falta, un pecado. Y era duro ser consciente de que te mienten mientras lo hacen, casi a diario. Dolía, aunque era un dolor muy leve, porque apenas si quedaba ya capacidad de sentirlo. Pero de alguna persona dolía más, le había tocado que creyera que podía mentirle y él no lo sabría, que no se daría cuenta, que era un tonto.
Después de eso, ya no encontraba su sitio, no era capaz de adaptarse, los otros partían con ventaja, se sentía incómodo, a “contrapié”.
Seguía bebiendo el coñac de forma parsimoniosa, casi ritual, haciendo que en su boca entrara solo la cantidad de alcohol que cada trago debía contener, degustando cada uno de ellos, dejándolos unos segundos que inundaran su lengua y sus carrillos antes de tragarlos, poco a poco.
Terminó el proceso de limpieza, montó el arma y, aún a oscuras, extrajo una bala de la caja. Una sería suficiente, no haría falta una segunda.
Terminó su coñac mientras la pistola permanecía en su regazo, el cañón apuntando por encima de su muslo izquierdo, hacia ningún sitio. Extrajo el cargador e introdujo la bala, volvió a ponerlo en su sitio y corrió con fuerza el cierre hacia atrás por última vez. A continuación manipuló el seguro con su pulgar derecho y colocó el cañón contra su sien.
Eso iba a ser todo. Good bye.
Curiosamente no sintió miedo, ni ansiedad, su vida no pasó por delante de sus ojos, no tuvo un último pensamiento para nadie, quizás para esos ojos verdes que le habían herido al mentirle... No pensó en su familia, no pensó en los amigos, no pensó en el trabajo, solo puso la mente en blanco.
No hubo tacos, ni reproches, no hubo reparos ni lamentaciones. Sólo concentrarse en colocar bien el arma para que el trabajo fuera fulminante e irreparable.
Le gustaba irse en ese escenario, con esa luz, tras un buen coñac, entre las virutas de humo del último cigarro y envuelto por esa música en la que súbitamente ha vuelto a reparar.
Esa música.
Algo le disuade de apretar el gatillo, “Il nome mio nessun saprá” (mi nombre nadie sabrá).
Continúa oyendo el resto de la melodía, la voz de Plácido Domingo cantando, con el arma aún apretada contra la sien.
Conoce la historia, conoce la ópera, la sabe casi de memoria, la ha oído cientos de veces, miles, quizás, a lo largo de su vida, y hoy la oye de una forma especial, diferente.
Pasa dos minutos en esa posición y baja el arma mientras, con el clímax del aria, rompe a llorar.
No llora como lloran los niños, ni las mujeres, no llora desconsoladamente, ni hipa, apenas si caen lágrimas, no se contorsiona, aún mantiene el arma firme en su mano derecha, apuntando ahora al suelo.
Llora de emoción, llora porque es la música más hermosa que ha oído en su vida, llora porque se ha sentido lleno de ella por un momento y eso le ha hecho darse un alto. Llora porque se siente, súbitamente, vivo. Más vivo que en mucho tiempo, más vivo que nunca. Llora porque recuerda, llora porque anhela, llora porque espera y llora porque avanza.
Tiene ganas de gritar, tiene ganas de decirle a todo el mundo que nadie podrá con él, que aún es fuerte, que aún tiene carga, y mucha, que él no es un farsante, ni un mentiroso, ni un pusilánime.
Vuelve a guardar, todavía a oscuras, el arma en la caja y ésta en la caja de seguridad.
Ha decidido que, al menos hoy, se tomará otra copa de coñac, a oscuras.
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25 comentarios:
Estimadísimos señoras y caballeros, rufianes, zorrones y demás concurrencia habitual o sobrevenida,
Me sorprende y preocupa que habiendo tenido la última entrada la cantidad de vistas que lleva hasta el momento no haya habido comentarios.
En condiciones normales, y hablando de la manera más sutil posible, me importaría tres mil millones de cojones que no los hubiera, pero dado que el tema de la entrada es un posible suicidio, tema tabú donde los haya, y aún más si está contado en primera persona, me veo obligado a hacer la siguiente declaración formal:
A ver, ¡¡¡almas de cántaro!!!, ¿no os daís cuenta que la entrada está con la etiqueta "cuentos patéticos" y no con la de "historias verdaderamente falsas"?
No he tratado de suicidarme... aún.
Así que agradecería algún comentario aunque sólo sea para que me dé cuenta que no he hecho nada malo.
Saludos,
Rocket
P.D.
Sí, es una Glock 17 que compré en el 95. Fea pero fiel, ¿se puede pedir más?
P.D.2
Joder Leónidas, ¿por qué a usted le habrían puesto 250.000 mensajes de ¡NO, NO LO HAGAS!, ¡NO SIN FOLLARME! y a mi no me pone un comentario ni mi amigo ese que usa 5 personalidades?
¡¡Cuánto me queda por aprender!!
Pero hombre de Dios, ¿Cómo va a hacer usted nada malo escribiendo en su propio blog?. Cada uno en su casa hace lo que le sale de los mismísimos, sin tener que dar mayores explicaciones.
Esa historia es buena, muy buena, quizá demasiado como para ser descrita de esa forma sin haber vivido algo parecido, porque no nos engañemos, un momento tonto lo ha tenido casi todo el mundo, aunque lo descarte un segundo después de pensarlo.
Estimado Cachalote,
He tenido una semana horrorosa. El martes se me caía el mundo encima, pero de eso a darle a Matildita (la pistola) la posibilidad de hacer puntería... ¡ni de coña!
Lo de "...aún" es una broma adicional que creo que no va a ser captada por la concurrencia. En fín, cosas de los idiotas como yo.
Pero fíjese el respeto que impone el tema del suicidio. Es muy curioso.
Me atrevería a decir que impone más que la propia muerte.
Filosofías baratas mías.
Saludos,
Rocket
Jajajaja!!
Pero, Mr. Rocket, le ha podido la impaciencia ehh?. jajaja
Ahora con su comentario, ha roto el encanto del relato, que lo sepa.
Siguiendo algo que usted dijo, armas en casa (no debe), armas y alcohol (bomba explosiva), armas, alcohol y ópera (por dios!, algo de heavy que mitigue el ruido). Y que manía de hacerlo todo a oscuras, encienda la luz jodío, gaste algo, intentando morir y usted solo pensando en ahorrar, y para la próxima elija el baño o la cocina, usted sabe lo que luego cuesta limpiar, que si el sofá, las alfombras, los cristales, que lo va a dejar todo echo un cristo, por el amor de Dios!!.Estos hombres, dando que hacer hasta después de muertos!!!. Para próximas veces, busque métodos más limpios, cuerdas, pastillas, salto sin paracaídas...
¿Y aún?..Ni aún ni hostias, que las locuras se pagan y sino mire la que ha montado siendo mentira como para aguantarle a usted el día que lo haga, que es capaz de volver desde donde sea para leernos la cartilla porque con el disgusto se nos ha olvidado firmar en el libro de condolencias.
Bueno, le diría eso de ¡¡¡¡ No lo haga, mi príncipe de hojalata !!!! pero visto lo visto, creo que le voy a tirar al foso de los cocodrilos directamente, IMPACIENTE, xD.
Estimada María,
JAJAJAJAJJAJAJJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJA, ¡¡¡AY QUE ME PARTO!!!, ¡¡PERO SI ES MEJOR SU COMENTARIO QUE MI RELATO!!
Pues sí, impaciente quizás, pero me rayé un poco, porque llevaba record de visitas y no había ni un comentario y pensé, "joder Rocket, que se creen que es de verdad y nadie se atreve a decir esta boca es mía.
Sobre todo Cachalote y Leónidas que, en realidad, son los únicos que suelen comentar de forma regular.
Y yo dije que nada de armas en la cantina, en casa, si tiene usted el sitio adecuado y pertinente, se pueden tener sin ningún problema.
Además hágase a la idea, no puedo presentarme con Matildita en casa de mi tía Pilar para preguntarle si se puede quedar con ella el fin de semana mientras que yo me voy de pingo...
Vamos, digo yo.
Saludos desternillados,
Rocket
Mr. Rocket:
Un aprendiz de suicida, rayándose, jajajaja. Usted es la bomba.
Puede tener a Matildita en casa, pero ni por asomo pensar en desempolvarla por nada del mundo, que esos polvos salen caros, y lo jodido es que la "marcha atrás" nunca funciona.
Y venga, no se raye que ya aparecerá algún comentarista más, Cachalote ya lo ha hecho y Leo.... bueno, éste seguro que tendrá las manos ocupadas imaginándose la escena de tenerle a tiro inmóvil, y no podrá ni teclear,(eh mi cosita??).
Saludos agradecidos para usted.
Le gusta el coñac y la opera, no está listo. Yo cuando he pensado quitarme la vida no he necesitado tanta parafernalia, claro que no me he quitado la vida.
Es bueno, para una novela, la realidad se me antoja más vacía.
Estimado "uno que ya es viejo"
Digamos que es un fin un tanto teatral, muy de gentleman británico.
Claro que nunca usarían una pistola, usarían un revolver, probablemente un Webley & Scott... todo perfectamente inglés.
En cualquier caso, tengo entendido que quitarse la vida no es muy divertido.
María,
No me importa si hay o no comentarios. Prefiero que los haya porque es más divertido, pero no me quita el sueño.
Que comente quien quiera, y quien no quiera que no comente.
¡¡Joder que democrático estoy hoy!!
Saludos,
Rocket
Me troncho (por los comentarios medio leídos aprisa y corriendo ahora, no por el relato que aún no he tenido tiempo de leer).
Muy mal, eh, Rocket, muy mal eso de mendigar comentarios. Va a resultar que está más necesitado de atención que yo, que ya es decir. Adopte un gato, hágame caso.
Ah, y que sepa que a veces hago cosas de persona normal, como ocupar mi tiempo follando, ¡que no sólo de los blogs vive el hombre!
Más tarde volveré por aquí para comentar el cuento y tal.
Estimado Leónidas,
A ver si usted es capaz de pillar el par de intencionados gazapos que introduje en el cuento... nadie ha reparado en ellos hasta ahora.
Ya sabe usted que soy de perros más que de gatos, lamentablemente mis obligaciones profesionales me impiden tener uno, el pobre pasaría demasiado tiempo solo.
Y no, no mendigo comentarios pero, sorprendentemente, parece que me salió la entrada mejor de lo que esperaba porque todo el mundo cree (aún ahora) que está basada en un hecho real. Y eso sí que me preocupa, ¿tan zumbado parezco?
Además yo dije que Matildita estaba en casa, pero nunca dije que fuera en la mía, ¿lo dije acaso?, niet.
Y asíq ue ha estado usted foooooo, fffffoooooollllll, fffffooooollll...
Demonio, no es que no recuerdo lo que es, es que no recuerdo ni cómo se pronuncia.
Saludos,
Rocket
Mr. Rocket:
Con lo de los gazapos a qué se refiere...¿ a faltas de ortografia ?. Jodío de alguna pista..
Por que por más que leo no las veo así que para empezar el juego y pidiendo permiso a Mr. Kowalski que no se ha postulado, digo que:
El mayor gazapo está en el personaje, es Ciego.
Y nunca ha encendido un cigarro.
Mi querida María,
Salvo que haya hecho usted deporte con ropa de color verde (o similar) dudo que las encuentre... digamos que son de caracter técnico.
Nunca he pensado si el protagonista era ciego o no, aunque creo que no. No, definitivamente no es ciego, pero mire, le reconozco que podría haberlo sido perfetamente.
En cuanto a lo del cigarro...
En "¿Usted por quién me toma?" nos preocupamos por la educación de los niños (grandes lectores de este blog) así que hemos preferido obviar la escena en la que el protagonista de la historia se encendía un cigarrillo para no dejarles esa lamentable impronta en la retina.
Es este un blog con una moral intachable, y un sentido de la responsabilidad, la igualdad, la lealtad, la afinidad, la fraternidad, la libertad y hasta la homocedasticidad verdaderamente modélico.
Vaya usted tomando nota.
Saludos,
Rocket
Bueno, bueno, bueno... Varias cositas (ya sabe, mis talibaneces ortográficas y yo):
a) Me ha gustado el cuento (aunque estoy acostumbrado a estos suicidas de pistola y botella , y más aún a los potenciales suicidas arrepentidos ).
b)En ocasiones usa usted el adverbio "sólo" con tilde y en otras ocasiones lo usa sin tilde. La Academia aboga ahora por la forma sin tilde, siguiendo así las reglas generales de acentuación (con la salvedad de usar la tilde para casos ambiguos donde por el contexto no quede claro si la intención del autor es usar el adverbio o el adjetivo); pero sería interesante en cualquier caso que un único autor optara por una única manera de acentuar dicha palabra cuando actúe de adverbio, con el fin de no confundir al lector.
c) En el decimoquinto párrafo escribe "el caos en el que casi todo el mundo a quién conocía se había metido". Ese "quien" no es interrogativo y le sobra la tilde.
d) En el undécimo párrafo me he encontrado con una sutileza idiomática sobre la que creo interesante llamarle la atención: usa usted la palabra "ocre" ("Aspiró el ocre aroma del coñac"); pero si echa un vistazo al DRAE convendrá conmigo en que lo acertado hubiera sido escribir "acre". Se trata de un error muy común, por cierto (y estoy seguro de que usted no quiere cometer errores comunes).
e) A mí las pistolas Glock no me parecen feas en absoluto.
f) Y ya que hablamos de pistolas creo llegado el momento de entrar en los intencionados gazapos técnicos... pero ahí le cedo la palabra a nuestra común amiga María, puesto que ha sido ella la que... Bah, me callo.
(Rocket, sea paciente y espere a que la Mari intervenga. Algún día nos la tiraremos en una brutal DP, que esa chica lo merece).
Buenos días, a todos
Mr. Rocket, siento la espera, en parte ha sido para darle tiempo a contestar el medio abecedario que le ha escrito aquí, el co-director de la RAE.,jajaja!
Tenía toda una parafernalia para contarle, pero visto que "lengua de trapo" me ha reventado la exclusiva, decirle, que yo de deportes poco, si acaso levantamiento de vaso los fines de semana, de verde si le puedo decir que harta de verlo, no vea usted que "praos" y que de árboles hay por aquí, pero bueno que no me ha hecho falta, aunque mientras yo he estado más perdida que un pulpo en un garaje a otros no sabían ni por donde le daba el viento, todo hay que decirlo, eh?...en fin que vamos al meollo de la cuestión, al "carácter técnico" que la Mari ha descubierto ella solita, bueno, Mr Rocket, que los gazapos están en la pistola:
Y creo, uno fijo, el otro me lo dirá usted, que los dos están en la misma frase:
[ " A continuación manipuló el seguro con su pulgar derecho y colocó el cañón contra su sien "]
** El primer gazapo está en el seguro, este tipo de armas NO lleva seguro manual,....según la wikipedia, llevan un mecanismo único de seguridad, llamado "Safe-Action", mediante el cual, tres seguros se emplean automáticamente para prevenir que el arma se dispare accidentalmente. Si alguno de los mecanismos falla, los otros dos sirven de mitigación para que el arma no se accione involuntariamente.
** Y el otro gazapo es por descarte, puesto que debido a que el arma no lleva seguro, la fuerza que hay que ejercer sobre el gatillo, es mayor que en otras pistolas, por tanto creo que hacerlo sobre la sien en esa posición y un solo brazo, no sé si sería posible.Será algo que usted me diga.
Decirle que me lo he pasado genial jugando a los gazapos, sobre todo con Mr. Kowalski, xD.
Con lo del "brutal DP", seguir soñando angelitos, aunque mientras me podéis Dorar la Píldora, brutalmente,xDD
Venga, un par de besitos para cada uno.
Estimada María,
¡¡¡Un gallifante para usted!!!
Efectivamente las Glock no llevan seguro manual.
¡¡Chica lista!!
Y aunque teniendo sentido su pregunta sobre la posibilidad o no de apretar suficientemente el gatillo en esa postura, le diré que sí, es posible, en esa (lo supongo) y en otras mucho más incómodas y anti ergonómicas (lo afirmo).
De ser como usted dice, Glock haría publicidad anunciando sus pistolas como "las armas que sus soldados nunca utilizarán para volarse la cabeza a sí mismos"
Luego, meeeeeeeeeec
Sin embargo gana usted también el segundo gallifante, porque acabo de darme cuenta que es imposible detectar el segundo gazapo. Simplemente lo redacté mal y eso lo hace invisible.
Me lo guardo para otra ocasión.
Con respecto a Leónidas y la DP, espero que esté hablando en un procaz sentido figurado, porque yo no me empiltro en el mismo catre que ese sátrapa ni así me ahorquen.
Tanto hablar de sexo anal no puede ser bueno, y en la confusión de brazos, torsos y piernas sospecho que sería atacado en mi honra sin miramiento ni contemplación. Y por ahí no paso. Y además tengo mal perder, peor humor y una pistola... de eso no puede salir nada bueno.
Estimado Lázaro Carreter Jr.,
Las correcciones han sido llevadas a cabo con obediencia y disciplina, amén de con un puntito de marcialidad, por aquello de darle una chispa a la vida.
Y, oiga, que yo no soy impaciente, ¡coño!, que para una vez que maté un gato me van a llamar matagatos.
Saludos,
Rocket
Muchas gracias por los gallifantes, Mr. Rocket, pero nada de guardarlo para otra ocasión, aquí, o lo cuenta, o lo cuenta, que a ver si me he pasado yo dos días leyendo el puñetero relato para arriba y para abajo para que ahora me diga que se lo guarda, de eso nada, suelte por esa boquita donde está el otro jodío gazapo.
Con lo de DP, ¡¡¡JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!, no puede escribir esos comentarios a estas horas, por Dios! que en horas de trabajo es muy difícil de contener la risa delante de los compañeros, entiéndalo. ¿¿ Y si lo cambiamos por una cena ?? Jajajajaja!!
Estimada María,
Está bien, pero solo por ser usted.
Cuando describe como saca la pistola de la caja, hablo de herramienta. Me salió así para retrasar el momento de desvelar que se trataba de un arma, pero en vista de que acto seguido la desmonta... no tenía caso.
En lugar de eso, traté de dar a entender que lo que hacía era sacar el arma, los paños y la herramienta para desmontarla, pero por lo que se ve lo dejé con la versión inicial, porque no hay lugar a dudas.
Como todo el mundo sabe, no hacen falta herramientas para desmontar una pistola, es un proceso metódico pero, con un poco de entrenamiento, muy rápido.
¿Se imagina usted que hiciera falta herramienta para realizar esa tarea?
En pleno tiroteo:
-¡Manolo!
-¿Qué?
- Déhame el distonillador y el alicatel que me seá encasquillao el arma
- ¡Joer Antonio!, si se los dehamo ayel a Jacinto y no nos los ha degüerto, ¿te apañá con una llave ingresa?
Jodido cabrón, lo ha vuelto a hacer.
Jajajajajajajajajajaja!!!
Estimada María,
¡¡¡CHSSSSSSSSS!!!
Esa lengua se la voy a lavar yo con estropajo y aguarrás.
Habráse visto,
Rocket
Mr. Rocket,
Atrévase si tiene narices, que le echo al Leo, cagando leches, ehh!!
Por cierto, no tiene algo que hacer, alguna operación a corazón abierto, cambiar las ruedas al coche, no sé algo, en vez de hacer que mis compañeros piensen que estoy sufriendo un brote esquizofrenicopsicóticomúltiple acompañado de una risa incontrolable, jajajaja.
Además, mi cosita se va a enfadar si sigo flirteando con usted xDD.
Estimada María,
Écheme usted a quien quiera, yo soy un HOMBRE y los hombres podemos tenerle miedo a algo, sin duda, pero jamás a otros hombres.
Aquí le espero montado en mi rocín con mi gin tonic en la mano, ¡que venga si tiene huevos!
En cuanto a usted, me sorprende, ignoraba que estuviera usted flirteando con éste su servidor.
Desista, mi querdida damisela, yo soy un caballero andante, y los caballeros andantes, amén de tontos de los cojones, somos demasiado buenos, demasiado nobles y demasiado incautos como para resultar interesantes para las bellas doncellas (o las lozanas cantineras). Somos una perfecta estirpe de... gilipollas.
De tan roto, mi corazón no pertenece, como el Sahara, a nadie... sino al viento.
Poéticos y lánguidos saludos,
Rocket
P.D.
No se preocupe por mi disponibilidad para escribir hoy, estoy seguro de que a mi empersa no le importa ni lo más mínimo.
Me tiene contento aquí, el par de tortolitos.
Estimado Leónidas,
No se me ponga usted celoso y déjese de pamplinas.
Enjaece usted su rucio, elija usted su arma (yo, como ya he dicho le espero con mi gin tonic en ristre) y pórtese como un hombre.
Le permito, incluso, que lleve usted anudado en su brazo el fular de su dama... a la que, por cierto, le recomiendo que recomiende que hable bien y sin tacos, que queda fatal en una señorita.
¡Hale, espabile, que estoy esperando!
Saludos guerreros,
Rocket
¡Sí, hombre, en eso estaba yo pensando! Ya conoce usted de mi ligera misoginia, con que no cuente conmigo para batirme en duelo por mujer alguna. Eso era antes
, cuando yo era un cachorrito y aún no sabía lo que ahora sé de todas esas suripantas.
No obstante, si persiste en la insensatez de esperarme con un gin-tonic en la mano, puede ser que vaya y me lo beba. Por chulito.
Estimado oponente contrincante rajao Leónidas,
Como ya me ha oído comentar en más de una ocasión, no tengo media leche bien dada.
No es que en su momento tuviera muchAs más, pero habida cuenta de la vida que llevo de unos años a esta parte cualquier podría ser un rival terrible para mí, a no ser que... ¡¡SE ME QUIERAN BEBER MI GIN TONIC!!
Vamos, vamos, yo es que por mis gin tonics MA-TO.
¡¡Tiene usted unas cosas!!
Saludos resentidos (eso a un hombre no se le hace),
Rocket
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