Sigo muy liado, pero las tranquilas noches en mi domicilio particular me permiten disponer de unos minutos para poder obsequiarles con un nuevo capítulo de esta obra de arte que conmueve tanto como “Guerra y paz”, “La montaña mágica”, “Muerte de un viajante” o las memorias de ese moderno Robin Hood, “Yo Dioni: mis años en Brasil”
- ¿Si, dígame?
- Holaaaaa
- Buenos días ¿caballero?
- Hola chato soy Shasha, el de ayer, ¿está el “mamiglup”?
- ¿Se refiere usted a Miguel? no, está en un servicio, ¿puedo ayudarle yo en algo?
- Claro guapetón, claro, pero dime primero cómo eres…
- Estoooo, pues moreno, complexión normal (tirando a flacucho), altura normal, pero no veo en qué puede afectar esto a…
- Pues me vienes de perlas, que hoy el cuerpo me pide “normalidad”, y dime una cosa… ¿tú entiendes, verdad?
- Ya lo creo, soy un experto, desde pequeñito, tengo un don como si dijéramos, de hecho he enseñado a Miguel mucho de lo que ha aprendido en los últimos días. Sobre todo a utilizar la herramienta correcta en cada caso y a ser especialmente cuidadoso cuando el material está seco. Ahora maneja todo tipo de cremas mucho mejor que antes, y el resultado está garantizado.
- ¡¡Uuuuuuuuuuuyyyyyyyyyy baby, tú si que sabes!!, vente, vente, que tengo aquí mucho material muy sequito al que hay que echarle mucha cremita; y tráete muchas herramientas, ¡que me encantan!
- Pues encantado. Dígame la dirección, por favor.
- Calle de la pez, 37 2ºA
- ¡Vaya, pues lo siento, no es mi zona y me queda a contramano!, Miguel podría estar por allí en una hora, ¿le viene a usted bien?
- ¡Oooooooohhhh!, ¡qué pena, con la ilusión que me hacía conocer al maestro del “mamiglup"! Bueno, pero que no se retrase que estoy esperándole muy ansioso y “chuchi” mi perrita se pone fatal si me ve nervous.
- Pues no se preocupe que allí estará
- Gracias, morenazo, ya te pillaré otro día. Un besito en el culito.
Un tanto confundido, una vez más, por la extraña conversación y sobre todo por su final, pero feliz de saber que también Miguel estaba creándose una clientela fiel que asegurara los ingresos en los próximos meses, años (o, incluso, siglos), procedí a repasar mi mochila para comprobar que todo el equipo estaba en perfecto estado de uso. Siempre listo para ser usado en cuanto yo tuviera mi primer aviso.
Cuando miraba hacia abajo noté que la luz decaía un poco y pude comprobar cómo la sombra que había causado tal efecto se paraba justo frente a mí.
- ¿Rocket Launcher?
Un tipo bien entrado en los cuarenta, con gafas de sol, gabardina gastada y zapatos inaceptablemente sucios se había interpuesto – sospecho que adrede – entre el fluorescentes y yo.
- Servidor
- Vaya, vaya, no tiene usted el típico aspecto de…
- ¿Limpiabotas?, no señor, no. Son clichés que nos impone una sociedad con muy mal concepto de nuestro trabajo. Sin embargo ya ve, gente limpia y formal que…
- Sí, sí, claro, claro, y dígame una cosa, amigo Launcher, ¿está haciendo usted mucho dinero con los servicios de sus chicos? – dijo mientras apoyaba su zapato izquierdo en la banqueta que estaba junto a mí y cruzaba sus antebrazos sobre la misma rodilla-
- He de confesar que los primeros días están siendo muy esperanzadores. De hecho de seguir en esta tendencia, y a juzgar por la proyecciones de negocio que he realizado ayer, podríamos empezar a franquiciar en un periodo de un año. He recibido solicitudes del Norte de España y del muy honorable estado de Arkansas en los Estados…
- Pues compartir es vivir, amigo Rocket – dijo mientras extraía de su mugrienta gabardina una placa de policía – ya sabes a qué me refiero…
Le miré con cara de mucangrio sorprendido en pleno proceso de alimentación, y le pedí explicaciones.
- Ya sabes, muchacho, tu compartes conmigo digamos que un… 20% de tus ganancias, y yo hago como que no sé ni he visto nada.
- Pues le agradezco mucho su atención y tomo nota de su interés por asociarse conmigo. Quizás pueda ser usted el primer franquiciado de “Limpiabotas Rocket” aunque ya le anticipo que las ganancias exceden en mucho ese porcentaje. En cuanto a lo de no decir nada a nadie, ¡por el contrario! le ruego que haga pública nuestra actividad y se lo cuente a sus amigos y familia para que se puedan beneficiar de nuestros magníficos servicio y dedicación.
- ¡Ajá, ya veo!, ¿con que esas tenemos, eh?, veo que prefieres a las bravas. Bueno, como prefieras, sospecho que te vas a pasar unos cuantos años puliendo zapatos de rodillas.
- ¡Oh, no Sr. Inspector!, ya no se hace nada de eso de rodillas, ¡la prevención de riesgos y la salud laboral por encima de todo!, “Limpiabotas Rocket” usa las técnicas ergonómicas más avanzadas para evitar dolencias de espalda.
- Como quieras “machote”, nos volveremos a ver.
- Cuando guste Sr. Inspector, ¿quiere que mientras tanto le limpie los zapatos? Tienen pinta de necesitar un buen lustre y nuestra relación calidad/precio está fuera de toda duda.
Y sin mediar palabra y con una expresión que se me antojó de auténtico enfado, el amable Inspector, y posible socio franquiciado, giró bruscamente sobre sí mismo y salió disparado por la puerta del bar.
“Espero no haber dicho nada inconveniente” me dije a mí mismo al ver su reacción.
(Continuará y será el último…)
El último diseño del módulo lunar HLS de SpaceX
Hace 3 horas
1 comentario:
Apreciado Rocket:
Me siento halagado por el hecho de que mi estancia en esta mi -suya, of course- penitenciaría, le ayude a dar el salto al nuevo continente, a la tierra de las oportunidades. Sin lugar a dudas puedo ponerle en contacto con los mandamases de la zona (me deben unos favores que me quiero cobrar antes de que me apuñalen en el gimnasio del patio), y muy probablemente puedan hablar de negocios.
A lo del tema del crack... quedamos un día a tomar unas cañas y lo aclaramos.
Y al inspector de policía, bueno, dele el 20 y no haga más preguntas. Consejo de amigo.
Un saludo.
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